2007/03/05

Viaje bodeguero (I)

Gracias a los esfuerzos de Katy y Antonio de la vinoteca Al-Qatar de Madrid, este fin de semana he realizado uno de los viajes más interesantes e instructivos que he realizado desde hace mucho tiempo. Se trata de un viaje a la Rioja Alavesa dónde hemos visitado (cuarenta y tantas personas) tres bodegas.

El vino es algo que me fascina desde hace unos tres años, cuando realicé un curso de cata en dicha vinoteca. En dicho curso aprendí a apreciar el vino, a olerlo y a catarlo, a un nivel muy básico, pero, al menos, desde entonces no me limito a abrir una botella y decidir si está picado o no, sino que intento distinguir entre lo que de verdad me gusta y lo que no, que al final es de lo que se trata.

En dicho curso también se da una base teórica sobre la elaboración del vino, y todo lo que le rodea. Sin embargo, todo cobra sentido realmente cuando por fin surge la oportunidad y viajas a ver in-situ muchas cosas que hasta ese momento solo conoces de oídas.

En primer lugar, la Rioja era un lugar absolutamente desconocido para mi. Lo único que conocía de allí era que, efectivamente, tienen fama de hacer vino. Y poco más. No me llamaba mucho la atención aquella tierra, y si cabe, menos aún la Rioja Alavesa. Una vez que he pasado allí un fin de semana, se que en cuanto tenga oportunidad, volveré para allá. Voy a intentar recoger el viaje cronológicamente con lo más interesante, no tanto para que el que quiera lo lea –que vale-, como para poder recurrir a mirarlo aquí cuando quiera, ahora que lo tengo fresco.

El viaje tiene su cuartel general en Navarrete, en el hotel San Camilo, situado a unos 10 km. de Logroño. El hotel, aún siendo de tres estrellas tiene planta suficiente para ser de 4 estrellas bajo. Las habitaciones amplias y perfectamente equipadas. El baño grande y con hidromasaje y unos terrenos de cesped bestiales. Nos reciben con una cena de picoteo, con jamón, tortilla de patatas, sandwiches variados y chorizo frito de la zona que estaba de muerte. Tambien morcilla frita con tomate, que la verdad, a mi no me casaba mucho. El servicio, impecable. Luego, una vuelta por el pueblo, pequeño y un poco desangelado, pero con una estupenda iglesia y plaza centrales. Después del viaje andaba yo poco centrado y no me llevé la cámara, por lo que de esta parte no hay fotos.

Al día siguiente, desayuno en el hotel con un buffet envidiable –dulce y salado-. Luego a coger el bus para irse hacia Laguardia en Alava.



Llegamos un poco antes de las 11 de la mañana, por lo que nos sueltan por el pueblo cual reses en encierro para visitarlo. El caso medieval del pueblo es realmente espectacular. Calles angostas y estrechas y un pueblo flanqueado por dos iglesias singulares.



La iglesia de Santa María de los Reyes tiene un pórtico gótico policromado único en España. No lo vi, dado que la Iglesia española prefiere cobrar a los visitantes antes que divulgar algo por lo que todos pagamos vía impuestos todos los años.

En la plaza mayor existe un reloj con autómatas que bailan el aurresku a las 5 y a las 8 de la tarde. Un poco monótono, pero todo un reclamo turístico. Por cierto, no hay que dormirse si se quiere ver, porque no es a la hora en punto, sino 5 minutos antes.

En la parte “trasera del pueblo” hay un mirador orientado a la sierra de Cantabria que es realmente espectacular. Para los que hayan estado en Sintra, me recordaba a las vistas que se pueden ver desde el palacio de allá, por la cantidad de kilómetros que pueden divisarse. El día estaba nublado, lo que le daba un aspecto realmente colosal, con las nubes tocando las cimas.



Ya iba acabando el tiempo de visita libre y había que recogerse de nuevo en el bus, para visitar la primera bodega. Dejamos el pueblo saludando a la mascota que aparecía en el escaparate de la carnicería de la entrada al mismo...



... y nos subimos al bus, camino de la primera visita.

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